La idea de homo œconomicus
es un constructo
teórico que fue desarrollado en el siglo XIX dentro del campo de la Economía
política. El homo œconomicus hace referencia a un tipo de
sujeto concebido como si se tratase de una unidad individual dotado de un tipo
de racionalidad capaz de gestionar calculadamente el medio entorno en el que
está inserto, eligiendo de qué manera actuar siempre en relación a la utilidad
y beneficio que pueda otorgarle su acción en cada momento. El tipo de
racionalidad puesta en marcha por este tipo de sujeto, y tal y como se defiende
desde la teoría del homo œconomicus, es una racionalidad más cercana a
lo que Aristóteles denominaba alma sensitiva que a una racionalidad
propiamente humana, pues los sujetos económicos se guiarían más por la maximización
de las satisfacciones a corto plazo –satisfacciones que remiten al modo de ser
animal del hombre–. El hombres, al ser identificado con el homo œconomicus
se desprende de
su modo de ser estrictamente antropológico, de su estatuto de sujeto pues este
estatuto es negado en favor de una racionalidad animalizada[1].
De esta manera, y sólo de esta manera, el individuo propio del neoliberalismo,
concurre libremente
al mercado, guiado por la necesidad y por el deseo de satisfacer sus
necesidades, convertido en consumidor soberano y productor de lo mismo que
consume, vida, maximizando mundanamente su utilidad a la vez que maximiza la
ultilidad del mercado. En este viaje de dos direcciones, el hombre se
convierte, al igual que los comportamientos del mercado, en un ser susceptible
de someterse a cálculos, pues su racionalidad sensitiva y su conducta siguen
unos principios –teóricamente– cuantificables, predecibles y producibles. El
hombre, convertido en un ser que maximiza su satisfacción siguiendo la función
de utilidad, es
un elemento gestionable en su existencia, y calculable en su acción.
Por lo tanto, comprobamos que no
es paradójico el hecho de relacionar la idea de un sujeto racional, tal y como
es el homo œconomicus, con la realidad de un sujeto
animalizado, al que identificamos con la materia descualificada. La forma en la
que nosotros trazamos el desplazamiento entre la racionalidad económica y la
cualidad informe de un sujeto producido propio del capitalismo neoliberal, y
necesario para su recurrencia, tiene su base en la concepción foucaultiana del
mercado como lugar de veridicción.
[1] Al identificar mercado y vida, el rasgo racional del
hombre desaparece y se transforma en algo tan biológico como es el movimiento
reiterado y constante que supone la satisfacción de las necesidades.
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