jueves, 18 de abril de 2013

La ontoteología neoliberal

El neoliberalismo sitúa al mercado en el vórtice mismo de la existencia, con ello se da una identificación de mercado y vida. Dejando atrás su papel como lugar como jurisdicción, con el liberalismo el mercado salta a ser un lugar de veridicción, y con el neoliberalismo se da un paso más, pues el mercado es verdad. Verdad en el sentido de que el mercado se concibe de una manera ontoteológica, pues es la única substancia a la que se dota de existencia y, en una suerte de inmanentismo, siendo lo demás un simple modo de ser de la misma, un efecto de superficie e incluso una ficción. Según esta ontoteología neoliberal, se sitúa al mercado en el centro como si de un motor permanentemente móvil se tratase, substancia única y deificada, nunca orientada al acto. Como resultado, en la sociedad mercantilizada que es fruto del capitalismo neoliberal, se da –en casi todos los aspectos– un primado de la potencia sobre el acto, quedando éste reducido a ser un epifenómeno casi ficticio. Siguiendo este planteamiento, si el sujeto propio del neoliberalismo no es tal sujeto, sino que es el resultado de un proceso de fabricación de subjetividad, los hombres sólo se pueden concebir como simples modos de ser del mercado, como elementos derivados, sin entidad cuyo fin es reproducir la dinámica del mismo –alimentar y consumir el mercado. 

Muy lejos de ser un espacio de venta, compra y distribución de productos, bienes y servicios, el mercado se ha convertido en una substancia caracterizada, ya no sólo por ser en sí, concebirse por sí y concebir al resto del mundo, pero además de ésto, está dotado de una infinita versatilidad, de un constante movimiento. El mercado es potencia pura –casi pura– en el que las subjetividades fabricadas deben producir y reproducir este movimiento con el fin de adaptarse a sus necesidades, siendo tan versátiles –tan poco sujetos– como se demande, pues los hombres concurren en una sociedad mercantilizada como si fueran un bien o servicio.


Si el mercado es la única substancia posible, sujeto y libertad sólo pueden ser explicados por la existencia del mercado. Por lo tanto, en el neoliberalismo, individuo y libertad carecen de entidad propia, y el sujeto no sería más que la encarnación en un cuerpo de ese modelo teórico, el homo œconomicus, un sujeto producido y pasivo, un mero cuerpo sin forma, en definitiva, algo muy distinto a lo que un hombre es. Y otro tanto sucede con la libertad, privada de su estatuto de condición y relegada a ser el reflejo de la conducta económica y de las necesidades satisfechas. El homo œconomicus en nada se corresponde con el sujeto, pues en un mundo donde todo es epifenoménico y derivado de esa gran substancia que es el mercado, no pueden existir ni sujetos, ni mucho menos libertad. En su lugar, lo único que se da es materia descualificada, privada de toda forma, capaz de adoptar, según sea el caso, según las demandas del mercado, la apariencia de consumidor o ciudadano. 

... ¿?






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